Emociones en tránsito: la migración desde los afectos
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Emociones en tránsito: la migración desde los afectos
Académicas de distintas regiones del país presentaron proyectos que analizan la experiencia migrante desde una perspectiva emocional. En una mesa, moderada por Marina Ariza Castillo, se abordó cómo la movilidad humana implica no solo desplazamientos geográficos, sino también procesos afectivos que atraviesan a quienes migran.
Diana Alonso
Estudiar la migración desde las emociones permite ampliar la comprensión de un fenómeno que, tradicionalmente, ha sido abordado desde perspectivas estructurales, legales o económicas. Las emociones no solo acompañan el tránsito migratorio, sino que lo configuran.
Con este enfoque, la mesa titulada “Movilidad humana y afectos en tránsito: experiencia migrante”, moderada por Marina Ariza Castillo, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reunió a investigadoras de distintas regiones del país para presentar proyectos de investigación que colocan los afectos en el centro del análisis migratorio.
La actividad se llevó a cabo durante el IX Coloquio de Investigación “Las emociones en el marco de las ciencias sociales: perspectivas interdisciplinarias”, organizado por la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala de la UNAM, el Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del ITESO y la Red de Investigación en Emociones y Afectos desde las Ciencias Sociales y las Humanidades (Renisce).
Territorios atravesados por emociones
El Mesón Estrella es un mercado de abastos en el centro de Monterrey que ha funcionado como enclave migratorio por alrededor de un siglo. Fue en este entorno donde la investigadora Erika Rodríguez hizo el trabajo de campo para su tesis doctoral Emociones migrantes en el Mesón Estrella. Una cartografía de la migración.
A través de entrevistas con 20 personas migrantes reconstruyó los trayectos que los llevaron hasta ese mercado y los sentimientos que los acompañaron en cada etapa del viaje: miedo, esperanza, cansancio, indiferencia, dolor.
“Mi propósito era captar cómo las emociones emergen y se transforman a lo largo de los desplazamientos, entendiendo las emociones no como estados internos ni como categorías fijas, sino como procesos relacionales que se coproducen en interacción con cuerpos, territorios e infraestructuras a lo largo del movimiento”, mencionó.
El proyecto cuenta con una serie de productos accesibles al público: un wiki, un storymap narrativo y una cartografía interactiva. La sensación de peligro, representada en color rojo en el sur y norte del país en este último, acompañada por los testimonios de las personas entrevistadas, evidencia los contextos de violencia, crimen organizado e inseguridad en las zonas fronterizas.
En su momento, este mapa sirvió de orientación para personas en situación de movilidad, ya que fue compartido por los mismos entrevistados. Ahora, “esta cartografía representa también un archivo de memoria que nos permite ver cómo se migraba antes de 2025, antes de la entrada de Trump en su segundo mandato”, señaló la investigadora.
Mujeres que migran con sus hijos
En el segundo proyecto de investigación, Mujeres en tránsito migratorio. Emociones en los momentos de marcha/traslado, y pausa espera, se abordaron las experiencias emocionales de mujeres migrantes que cruzan el país hacia Estados Unidos.
El estudio presentado por Itzel Hernández, coautora del proyecto en colaboración con Alma Bustos, ambas investigadoras de la UNAM, se centra en cómo las emociones se entrelazan con el cuerpo y las estrategias de supervivencia durante el trayecto migratorio.
Se desarrolló en dos albergues: Casa Fuente, en Ciudad de México, y el Centro de Asistencia Social (CAS) para niñas, niños y adolescentes, en Veracruz. A través de entrevistas con 17 mujeres migrantes, la mayoría acompañadas por sus hijos, distingue dos momentos claves del tránsito: la marcha y la espera.
En el primero, el miedo, la angustia y la frustración se intensifican ante la amenaza constante de violencia. En el segundo, aunque hay cierta calma, persiste la incertidumbre, pero también surgen redes de solidaridad, contención colectiva y esperanza.
Las mujeres gestionan sus emociones no solo para protegerse, sino también para cuidar a sus hijos. En contextos adversos, desarrollan estrategias ocupacionales, religiosas y sociales que les permiten resistir.
Resistir desde las emociones
La investigación Odiseas emocionales y resiliencia en la ruta migratoria de Haití a México se enfocó en un campamento migrante ubicado en la Plaza de la Soledad, en Ciudad de México, y abordó las experiencias emocionales de personas haitianas en situación de movilidad.
“Mi objetivo fue identificar y analizar el impacto del trayecto migratorio en los y las migrantes y sus experiencias emocionales, para determinar la relevancia en su proceso de adaptación y el desarrollo de la capacidad de agencia dentro del campamento”, mencionó Maricruz Olvera, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Azcapotzalco, quien obtuvo su título de licenciatura con esta tesis.
Olvera destacó que la migración haitiana está marcada por una doble vulnerabilidad: el racismo y las barreras lingüísticas. A través de entrevistas y observación etnográfica, identificó tres ejes emocionales claves: duelos migratorios, miedo estructural y resiliencia colectiva.
“Las emociones emergen como respuestas sociales frente a contextos de violencia y precariedad, pero también son herramientas que permiten resistir”, señaló Olvera.
Imaginar el futuro
El cuarto proyecto, Imaginando futuros desde la migración: relatos emocionales de mujeres en España, fue presentado por Erika Pantoja, investigadora de la UNAM. El estudio se centró la historia de tres mujeres migrantes centroamericanas que se trasladaron a España en condiciones de vulnerabilidad, y exploró cómo las emociones (miedo, confianza y esperanza) se configuran en relación con sus experiencias migratorias y sus posiciones sociales.
El análisis permitió construir una tipología emocional que vincula las trayectorias con las narrativas afectivas. Las mujeres entrevistadas, a pesar de enfrentar precariedad y discriminación, mostraron una gran capacidad de agencia emocional. El estudio concluye que los sentimientos pueden reforzar, cuestionar o transformar las estructuras sociales que atraviesan la experiencia migrante.
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